En el trabajo sobre la función educadora de la familia y la comunidad, hay un aspecto a tratar muy importante y que todo padre o madre del planeta se debería preguntar. ¿Qué estilo educativo utilizan los padres con sus hijos? ¿Emplean el estilo que pensaban? ¿Cumplen a la perfección el estilo usado? En este objetivo centraremos nuestra atención en la presente reflexión sobre lo comentado en la exposición, acompañado de nuestra opinión y de referencias sobre este tema.
En principio, parece ser que existen cuatro tipos de estilos, todos muy distintos unos a otros y con objetivos totalmente diferentes. La distinción entre estos cuatro estilos atienden a dos dimensiones, el afecto y la comunicación con los hijos y la exigencia y el control sobre los mismos. De esta forma, observamos los siguientes:
- Estilo Autoritario: establecen unas normas de alta exigencia utilizando la coerción, de forma que a los niños no les queda otra respuesta que obedecer y obedecer.
- Estilo Democrático: fomentan la autoestima del niño con unas normas establecidas y una gran comunicación entre ellos.
- Estilo Permisivo: los padres "pasan" de los propios niños desinteresándose totalmente.
- Estilo Negligente: no imponen normas a sus hijos y no poseen una gran relación afectiva.
Siguiendo estas directrices, desde nuestro punto de vista, el estilo educativo más ejemplar y que todo padre y madre debería de conseguir es claramente el método democrático, pero simultáneamente es aquél más complicado de alcanzar y ejecutar correctamente sin desviarnos a un estilo más autoritario o más permisivo. Es decir, los padres deben tener muy claro y deben ser conscientes de tres características esenciales: las normas y los límites impuestos a sus hijos tienen que ser ajustados a su edad, e incluso a la sociedad en la que se vive; promover un comportamiento autónomo, independiente y responsable; y poseer una buena comunicación con sus hijos desde que tiene uso de razón, haciéndoles sentirse queridos. Pero como toda cosa en esta vida, esto puede provocar unos inconvenientes o, mejor dicho, unas dificultades y riesgos. Para llevar a cabo este estilo de forma disciplinada sin acercarse a un estilo autoritario o permisivo, en primer lugar se debe tener muy en cuenta los aspectos que lo conforman liberando esas normas y límites conforme los niños vayan dando muestras de responsabilidad, autocontrol y madurez, y, en segundo lugar, no tener un excesivo afecto con ellos llegando a mimarlos, recompensarlo tanto materialmente como afectivamente y configurando una forma aceptadora y benigna frente a ellos, ya que puede provocar que los niños se nos echen encima y finalmente acabemos cediendo ante un estilo permisivo en el que no haya límites y todo conlleve a un alto grado de irresponsabilidad e inmadurez en el niño.
En esta postura se sitúa la sevillana Fernández (2009), que nos da una serie de pautas recomendables para poner en práctica adecuadamente el método democrático ante nuestros hijos, y también ante nuestros alumnos en el caso de ser docentes, como es nuestro caso. Fernández nos habla desde las tres características o rasgos mencionados anteriormente. En el afecto y la comunicación, se debe escuchar al hijo y dejarle que termine de hablar, no criticarle ni culpabilizarle, no darle lecciones, controlar nuestros impulsos y enseñarle a cómo comunicarse con sus sentimientos. En el aspecto de normas y límites, las justificaciones de los mismos deben quedar claras, deben conocer la consecuencia de incumplir las normas, aprender a ignorar sus rabietas y protestas… Y para promover un alto nivel de autonomía debemos estimular la responsabilidad del niño, permitir que se equivoque y aprenda a asumir los inconvenientes, darle poco a poco una libertad en la toma de decisiones y la crítica, apoyarle y animarle cuando fracase y felicitarle por sus triunfos, etc.
Una vez que tenemos claro cómo ejecutar y conseguir este estilo educativo democrático ante nuestros hijos, debemos comprobar que así sea. Para ello, podemos autohacernos unos pequeños cuestionarios, como por ejemplo el cuestionario que expone la CEVE de la Generalitat Valenciana (n.d.), reflexionando con las preguntas y siendo totalmente sincero para que los resultados sean válidos y podamos observar nuestros logros y/o posibles errores para poder mejorar en el futuro, enseñando a nuestros hijos una adecuada y ejemplar educación para convertirse en personas responsables, autónomas, con razonamiento crítico y comprometidas.
Finalmente, dejamos una delicia de vídeo en el que en dos escasos minutos, Fernández (2012), una niña adolescente, explica concienzudamente las características de los estilos educativos familiares (sólo incluye tres, descartando el estilo negligente) de una forma clara y concisa, captándose rápidamente las ventajas y las desventajas de cada uno de ellos y dándonos la posibilidad de identificarnos inmediatamente cuál de ellos estamos realizando en la actualidad o hemos utilizado en el caso de ser padres, o cuál hemos recibido de los mismos en la postura de hijo.
BIBLIOGAFÍA CONSULTADA
- Conselleria de Educació, Cultura i Esport de la Generalitat Valenciana (CECE GVA) (n.d.). Cuestionario de Estilos Educativos. Recuperado de http://www.cece.gva.es/orientados/familia/descargas/Dscargar_cuestionario%20estilos%20educativos.pdf
- Fernández, M. P. (2009). Los estilos educativos de los padres y madres. Revista Digital Innovación y Experiencias Educativas, (16). Recuperado de http://www.csi-csif.es/andalucia/modules/mod_ense/revista/pdf/Numero_16/PILAR_FERNANDEZ_2.pdff
- Fernández, S. (18 de Noviembre de 2012). Los estilos educativos. Youtube. Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=erCH8A8EmZk
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