En esta última entrada, concluyendo la parte este blog referida a la asignatura de Sociología de la Educación, podemos señalar que ha sido un trabajo novedoso para nosotros y de útil validez ya que nos ha permitido comprender mejor y más detalladamente cada uno de los temas desarrollados por nuestros compañeros, que, posteriormente, nosotros nos hemos ido centrando en un pequeño apartado de cada uno de ellos. Suele haber sido en aquél punto que más interesados estábamos (como el caso del tema de la Formación Profesional en nuestro país) o que más nos ha llamado la atención (el caso de la Inclusión Educativa en los centros escolares).
De esta forma, nuestro blog ha ido cogiendo forma con un total de 5 entradas de contenido extenso sobre los trabajos realizados, añadiendo otras 2 más de unos comentarios personales de las dos prácticas desarrolladas a lo largo del mes de clase (interpretación de un sociograma e identificación de las teorías socioeducativas en la legislación educativa española).
Por lo tanto, ponemos punto y final a este portafolios digital que nos ha permitido personalmente aprender a manejar y dominar una nueva herramienta, incluida dentro de las TICs, y, con ello, ampliar nuestros conocimientos sobre cierta temática interesante y a tener en cuenta por un docente en su labor educativa.
Tras el análisis de todas las teorías y la lectura de los preámbulos de las cinco leyes educativas (LODE, LOGSE, LOCE, LOE y LOMCE), vamos a realizar una breve reflexión personal sobre la posible influencia de éstas sobre las distintas leyes impuestas por diferentes partidos políticos (PSOE y PP).
En primer lugar, con LODE hemos identificado evidencias de todas las corrientes, tanto conservadoras como progresistas, excepto de la Teoría de Escuela Nueva incluida en las segundas. Sorprendentemente, esta ley impuesta por el gobierno socialista con tendencia a ideas más progresistas y liberales tiene rasgos tanto de éstas como de teorías con un mayor acercamiento al conservadurismo.
Por otra parte, en LOGSE, también impuesta por el partido socialista, se distinguen unas claras diferencias de unas ideas conservadoras e ideas progresistas, ya que solamente está caracterizada por rasgos progresistas excepto de la Teoría de la Reproducción (basada en la contribución de la escuela a la reproducción de jerarquías sociales acoplando a los humanos en la sociedad a la que están destinados) y no predomina ninguna teoría de, a priori, ideas conservadoras. Prevalece la Teoría de Escuela Nueva, que se puede decir, que es la que marca la diferencia entre la enseñanza tradicional y una educación más moderna coincidiendo con el constructivismo cognitivo del psicólogo Piaget.
Seguidamente, con la entrada a la Presidencia del Gobierno por parte del PP, entró LOCE, aunque nunca llegó a estar vigente, caracterizada por un cómputo de ideas progresistas y conservadoras, no dejándose influir, a priori, por la ideología de las teorías.
Con LOE sucede algo similar que con LOGSE, pero ésta sí que tiene algunos rasgos de teorías más conservadoras como las Teorías del Sistema Social de Parsons (centrada en la meritocracia y la igualdad de oportunidades) y Funcionalista de Durkheim (centrada en la búsqueda de una educación básica para todos los niños, preparando a los estudiantes para el medio particular al que se encuentran destinados), rechazando completamente la Teoría del Capital Humano (más caracterizada en al evaluación de la productividad del propio capital humano).
Finalmente, la última ley en vigencia solamente para Educación Primaria, LOMCE desarrollada por el Partido Popular posee grandes características conservadoras y menos progresistas (como la Teoría de la Reproducción y la Teoría de la Liberación, centrada en la necesidad de conquista para mantener al pueblo oprimido), por lo que se ve una correlación con la ideología más clasista del partido gobernador.
De esta forma, como conclusión general, podemos decir que con LOGSE se comienza a plantear un cambio social con la Teoría de la Escuela Nueva, con la que el alumno forma parte activa de la educación. A partir de la misma, el resto de leyes posteriores siguen basándose en las teorías socioeducativas de ideología progresista (atención individualizada, ruptura de la enseñanza tradicional...), pese a que siguen teniendo un toque conservador porque su camino va hacia la productividad, independientemente del partido político que la imponga.
En el último trabajo expuesto de la asignatura de sociología de la Educación se ha abordado el tema de la Comunidad Familia-Escuela en el que nos centraremos en la participación de la familia en las escuelas, ya que consideramos que se trata de un aspecto relevante y a tener muy en cuenta dentro de la educación para conseguir que entre tanto padres como profesores se busque la mejor educación posible para sus hijos y/o alumnos.
En esta línea podemos decir que este hecho en España comenzó a surgir en hacia 1825 con el Plan de Escuelas, reconociéndose a nivel nacional la participación de los padres en el colegio formando las denominadas "Juntas Escolares de Pueblo", un órgano de base sobre la gestión educativa de los centros sobre su alumnado. En la Constitución actual de 1978 ya se hacía referencia a este asunto y es la LOE (Ley Orgánica de educación de 2006) la que más hincapié ofrece señalando que entre la comunidad educativa y la ayuda de las familias deben constituir un elemento esencial y necesario que promueva una educación de calidad con equidad. Pero claro esto es muy objetivo, ya que todos los padres no tienen las mismas intenciones existiendo confrontaciones entre ellos a la hora de llevar el control de un centro de una forma u otra.
Sabemos que los padres y las madres de los alumnos son los principales responsables de la educación de estos a lo largo de su infancia, juventud y adolescencia, pero, a partir de una cierta edad, es verdad que parte de esta responsabilidad se delega sobre los profesores de las escuelas que deben, además de enseñar conocimientos, transmitir y educar en valores.
En esta relación familia-escuela, la familia tiene dos formas de participar en el colegio: la primera es relacionándose directamente con los profesores de sus hijos en las famosas, y a veces peligrosas, tutorías, y la segunda es a través de asociaciones específicas de madres y padres de alumnos, como el caso del AMPA, y/o del Consejo Escolar, órgano obligatorio de un centro educativo formado por el equipo directivo del mismo, profesores, alumnos, padres y un representante político de la localidad, en el cual se toman decisiones deliberadas sobre la admisión de alumnos, se aprueban y evalúan las programaciones generales anuales y las memorias anuales de los centros desarrolladas por el propio equipo directivo, se valora el funcionamiento del centro y la evolución de su rendimiento académico, y otras muchas más funciones.
A pesar de la importancia de la participación de la familia en la escuela y de la buena relación y comunicación entre estos dos elementos básicos para una educación eficaz sobre los alumnos, conlleva una serie de problemas.
Uno de los inconvenientes puede ser la especificidad de los aprendizajes, sobre todo, cuando los niños se encuentran en la educación infantil o primeros años de primaria, ya que son una etapa importante en la vida de los niños al vivencias nuevas experiencias dentro y fuera del centro escolar. Por ello, suele ser muy conveniente que los profesores pidan la colaboración de los padres para hablar de los tipos de aprendizaje conseguidos anteriormente de esta etapa para no llegar a confundir al niño. Otro problema interesante, relacionado con el anterior, es la complementación de la labor educativa en el niño entre profesor y padre-madre, es decir, como ya hemos dicho antes, es necesaria esta comunicación mutua para que las experiencias que transcurran dentro del horario escolar tengan una continuidad con las vivencias familiares y comunitarias.
Y tratando estos problemas desde nuestra propia experiencia y la de compañeros nuestros, podemos decir que cuánta mayor implicación exista de nuestros padres en el proyecto educativo del colegio, mejores serán los efectos sobre nuestra persona, lo que podría conllevar a unas mayores facilidades de alcanzar una educación de calidad en cuanto a responsabilidad y comportamiento se refiere. Y siguiendo en esta línea, en un futuro haber recibido una buena acción educativa por parte conjunta de profesores y padres/madres podría verse reflejada en una educación de calidad respecto a conocimientos, aprendizaje, donde el propio estudiante es el factor más importante sobre el que recae toda su responsabilidad y “ser alguien en la vida”.
Coincidiendo con nuestra postura, Garreta (1995) en el documento oficial de la CEAPA (Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos) señala que a lo largo de los años ha ido habiendo una mejora en la participación de los padres en los centros educativos, tendiéndose a participar en mayor media cuando los hijos son más pequeños en los cursos de educación infantil y primaria, para alejarse conforme los niños van creciendo. Además, puntualiza y reseña que cuando existe comunicación y una estructura participativa de los padres en las escuelas, existe más probabilidad de que se siga dando en la etapa de secundaria, ya que consideran este factor un elemento muy importante en el desarrollo escolar de sus hijos.
Es decir, que posiblemente la razón de convertirse en un buen estudiante recibiendo una educación ejemplar viene desde bien lejos, desde su infancia, con la importante labor de profesores y padres sobre éste, además de la entrega y el esfuerzo del propio joven para estudiar y sacar hacia delante los cursos.
En el trabajo sobre la función educadora de la familia y la comunidad, hay un aspecto a tratar muy importante y que todo padre o madre del planeta se debería preguntar. ¿Qué estilo educativo utilizan los padres con sus hijos? ¿Emplean el estilo que pensaban? ¿Cumplen a la perfección el estilo usado? En este objetivo centraremos nuestra atención en la presente reflexión sobre lo comentado en la exposición, acompañado de nuestra opinión y de referencias sobre este tema.
En principio, parece ser que existen cuatro tipos de estilos, todos muy distintos unos a otros y con objetivos totalmente diferentes. La distinción entre estos cuatro estilos atienden a dos dimensiones, el afecto y la comunicación con los hijos y la exigencia y el control sobre los mismos. De esta forma, observamos los siguientes:
- Estilo Autoritario: establecen unas normas de alta exigencia utilizando la coerción, de forma que a los niños no les queda otra respuesta que obedecer y obedecer.
- Estilo Democrático: fomentan la autoestima del niño con unas normas establecidas y una gran comunicación entre ellos.
- Estilo Permisivo: los padres "pasan" de los propios niños desinteresándose totalmente.
- Estilo Negligente: no imponen normas a sus hijos y no poseen una gran relación afectiva.
Siguiendo estas directrices, desde nuestro punto de vista, el estilo educativo más ejemplar y que todo padre y madre debería de conseguir es claramente el método democrático, pero simultáneamente es aquél más complicado de alcanzar y ejecutar correctamente sin desviarnos a un estilo más autoritario o más permisivo. Es decir, los padres deben tener muy claro y deben ser conscientes de tres características esenciales: las normas y los límites impuestos a sus hijos tienen que ser ajustados a su edad, e incluso a la sociedad en la que se vive; promover un comportamiento autónomo, independiente y responsable; y poseer una buena comunicación con sus hijos desde que tiene uso de razón, haciéndoles sentirse queridos. Pero como toda cosa en esta vida, esto puede provocar unos inconvenientes o, mejor dicho, unas dificultades y riesgos. Para llevar a cabo este estilo de forma disciplinada sin acercarse a un estilo autoritario o permisivo, en primer lugar se debe tener muy en cuenta los aspectos que lo conforman liberando esas normas y límites conforme los niños vayan dando muestras de responsabilidad, autocontrol y madurez, y, en segundo lugar, no tener un excesivo afecto con ellos llegando a mimarlos, recompensarlo tanto materialmente como afectivamente y configurando una forma aceptadora y benigna frente a ellos, ya que puede provocar que los niños se nos echen encima y finalmente acabemos cediendo ante un estilo permisivo en el que no haya límites y todo conlleve a un alto grado de irresponsabilidad e inmadurez en el niño.
En esta postura se sitúa la sevillana Fernández (2009), que nos da una serie de pautas recomendables para poner en práctica adecuadamente el método democrático ante nuestros hijos, y también ante nuestros alumnos en el caso de ser docentes, como es nuestro caso. Fernández nos habla desde las tres características o rasgos mencionados anteriormente. En el afecto y la comunicación, se debe escuchar al hijo y dejarle que termine de hablar, no criticarle ni culpabilizarle, no darle lecciones, controlar nuestros impulsos y enseñarle a cómo comunicarse con sus sentimientos. En el aspecto de normas y límites, las justificaciones de los mismos deben quedar claras, deben conocer la consecuencia de incumplir las normas, aprender a ignorar sus rabietas y protestas… Y para promover un alto nivel de autonomía debemos estimular la responsabilidad del niño, permitir que se equivoque y aprenda a asumir los inconvenientes, darle poco a poco una libertad en la toma de decisiones y la crítica, apoyarle y animarle cuando fracase y felicitarle por sus triunfos, etc.
Una vez que tenemos claro cómo ejecutar y conseguir este estilo educativo democrático ante nuestros hijos, debemos comprobar que así sea. Para ello, podemos autohacernos unos pequeños cuestionarios, como por ejemplo el cuestionario que expone la CEVE de la Generalitat Valenciana (n.d.), reflexionando con las preguntas y siendo totalmente sincero para que los resultados sean válidos y podamos observar nuestros logros y/o posibles errores para poder mejorar en el futuro, enseñando a nuestros hijos una adecuada y ejemplar educación para convertirse en personas responsables, autónomas, con razonamiento crítico y comprometidas.
Finalmente, dejamos una delicia de vídeo en el que en dos escasos minutos, Fernández (2012), una niña adolescente, explica concienzudamente las características de los estilos educativos familiares (sólo incluye tres, descartando el estilo negligente) de una forma clara y concisa, captándose rápidamente las ventajas y las desventajas de cada uno de ellos y dándonos la posibilidad de identificarnos inmediatamente cuál de ellos estamos realizando en la actualidad o hemos utilizado en el caso de ser padres, o cuál hemos recibido de los mismos en la postura de hijo.